
En múltiples ocasiones me doy cuenta que el aprendizaje queda anegado por una sentimiento de odio a quién nos ha causado el dolor; un sentimiento que quizás sea normal en primera instancia, pero aporta la desazón existencial cuando lo conservamos.
Es de gran utilidad identificar que es lo que sentimos y posiblemente darnos cuenta que no se trata de los demás, sino de nuestra ausente habilidad de comprensión; capacidad que consiente hacernos llegar a la conclusión final ; la vida es un juego, un combate crónico entre fichas que son pensamientos, emociones.. y un tablero que es el conjunto de caminos a nuestra elección; uno de ellos siempre es el perdón.
El que nunca mencionamos; ese que debemos otorgarnos.
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