
Te animas a empujarlo, quieres que se esfume... intentas silenciarlo... pero este se esconde en lo mas hondo de ti.... te taladra el alma, y hace que te inundes de todas las maldades posibles.
Ya no tienes miedo, pues sabes que tu le dejas habitar dentro de ti, entiendes que si te levantas.... podrás ignorarlo y acabará entendiendo que no tiene lugar, y se marchará, así; derrepente, de la misma forma en la que hizo vibrar las ventanas de tu ser.
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