Pensar en nuestro final como una desmotivación para seguir realizando las tareas cotidianas; que no van a tener sentido después de la muerte; puede ser un enfoque real; pero no el acertado para vivir con energía y con plena actitud para afrontar las adversidades.
Lo motivacional y reconfortador ante esta realidad es la perspectiva de la indiferencia; no tener miedo a nada; ninguna acción o conducta por parte de nosotros tiene ninguna trascendencia importante; cualquier error o fallo, solo va a ser una prueba más en esta probeta a la que llamamos vida. Después solo; moriremos.
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