Cansado del azul del cielo, lo pinte; escogí otro color, antojado por uno bastante vivo me lancé a la tarea ; al principio con pequeñas y tímidas pinceladas; grandes y desesperadas brochadas al final; cuando caí en la cuenta de que ese color se oscurecía, no conservaba su belleza, no era real.
Desde la escala de grises ; acepté buscar de nuevo aquel que reflejaría algo sincero; algo poco exigente; algo que aunque a veces se difuminase, nunca perdería su tonalidad real.
Finalmente lo encontré ; aceptó quedarse, quiso establecerse y fomento el sentido de su propio brillo. El sentido de ser uno mismo.
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