Nada es tan oscuro, tan vacío y frió como la propia oscuridad que te ciega hasta llevarte a lo más siniestro que jamás habías visto, alojarte en ese albergue de espera; esa espera eterna a que algo cambie; a que algo asome e ilumine tu camino.
Nos encontramos dormidos , controlados por algo que atrapa nuestra conciencia y la aprisiona en esa sala de espejos que te reflecta continuamente, estas atado de pies a cabeza en esa silla ; la clarividencia te consume; pero no puedes dejar de llorar, no puedes ni tan siquiera averiguar como mover esa ficha; esa que conoces muy bien; y que con certeza sabes que te sacará de donde estas.
Añoras todo aquello que quieres alcanzar... pero no permites que el mínimo aliento te apoye en esa frustración actual.