Las palabras son armas; armas multifuncionales; con ellas proponemos con decisión nuestros caminos y escrutamos la perspectiva que vamos a adquirir; para que el resto de las mentes que nos rodean capten el mensaje y comprendan cuales son tus deseos; omitimos las confusiones y logramos una afinidad que permite definir el respeto y la permisión mutua cuando procede.
Muchos de los problemas en las relaciones sociales; se determinan cuando no omitimos la confusión, es decir ; omitimos la expresión. Nuestra propia expresión. Personalidad.
Las razones por lo que suele llevarse a cabo este desastre ; son varias y condicionantes de nuestra forma de ser. Si algún día argumentaste algo y con razón o sin ella; lo calificaste bruscamente como algo que se encontraba fuera de lugar; quizás en otras ocasiones vuelvas a omitir, omitir, omitir..... fracturando tu psique y como hemos dicho anteriormente; condicionándote de nuevo; en el caso más extremo; apoyando tu conducta en lo que el resto opine, ya no eres tú. Eres los demás.
No hablo únicamente del típico cliché "marioneta", sino de la falta de consonancia entre deseos, conducta y proyectos emprendidos.
Es un alto porcentaje el de las personas muy funcionales, exitosas y con escasez de consonancia en su interior.